jueves, 29 de septiembre de 2016

OPUS CON AMORE

"Cuando me jubile, me voy a vivir a la playa."

Esta frase la dijo mi padre hace ya algún tiempo, y fue mi primer pensamiento al instante de conocer el enunciado del ejercicio. 

Hace ya muchos años, que mi familia y yo veraneamos en un piso que tenemos en la costa de Murcia, en una pequeña ciudad denominada Águilas. Desde que disponemos de ese apartamento, pasamos allí las vacaciones, y mis padres afirman que cuando se jubilen, terminarán viviendo en este lugar. Sin embargo no han tenido en cuenta un pequeño detalle: mi perra.

es una mascota de considerables dimensiones a la hora de estar en un piso, además de la molestia y el ruido que supone para todo el lo que de vecinos. De hecho, los pocos veranos que lleva aún con nosotros, se queda a cargo de una empresa que la cuida muy bien en este periodo de tiempo. Es por ello que el proyecto va destinado a mis padres y a mi perra, ya que mi hermana y yo supongo que emigraremos del hogar familiar.

Como ya he mencionado, la localización de la vivienda será en Águilas, junto a la costa, en una parcela con cierto desnivel en el terreno, detalle en el que profundizaremos más adelante.




El programa de la casa, está basado en las necesidades y gustos de los habitantes que la usarán, y es el siguiente:
- Cocina
-Salón
-Baño completo
-Dormitorio doble
-Aseo de respeto
-Pequeño gimnasio
-Despacho/zona de trabajo
-Porche exterior cubierto
-Jardín

Al comenzar a dibujar y plantear la forma de la casa, la idea primordial era una disposición en planta baja, regida por un ventanal retranqueado que ocupa el largo de toda la vivienda con vistas directas al mar. La razón de por qué todo en planta baja es simple: a mi perra le dan miedo las escaleras, no le cuesta nada subirlas, pero bajarlas es un suplicio para ella (ni mencionarlo si están mojadas). Se trata de un labrador, el cual es un perro de compañía, no es que le guste estar con gente, lo necesita. Si está sola se aburre como una ostra, en cambio, se puede tirar todo el día acostada a mi lado mientras yo estudio, que ella está feliz.

Es un caso especial de labrador, que suele ser una raza tranquila y sumisa. Sin embargo la mía, es puro nervio y siempre tiene ganas de jugar, comer y oler cosas, por ello es muy necesario un jardín en el que pueda correr libremente.


Al trazar estos bocetos, una parte de mí pensó que estaba yendo a la solución fácil al quitar las escaleras y dejarlo todo en planta baja, así que me dispuse a darle vueltas al coco, y di con una posible solución: utilizar el terreno exterior como un acceso para mi perra, de manera que pueda acceder a la planta que quiera, siempre y cuando sea pasando por le exterior de esta.
La geometría de la casa es muy simple. Se trata de un prisma rectangular dividido por la mitad horizontalmente, desplazando la parte superior hacia adelante. El terreno recubre una parte de la vivienda por uno de sus lados mayores y uno menor, así la vivienda varía considerablemente dependiendo de la zona desde donde la estemos observando. También, el desnivel favorece a que la obra se incruste en el entorno, pareciendo así que surja desde dentro de la tierra, haciéndola, en cierta medida, "orgánica".

En cuanto a la disposición funcional, de momento es la siguiente: